viernes, 22 de enero de 2010
PIE REUMATICO Escrito por Pdgo. Baldiri Prats - Director del Curso de Postgrado de Patomecánica del Pie - U.Barcelona
Alternativas ortopodologicas en el pie de riesgo
Para el estudio de las alteraciones reumáticas y su tratamiento ortopodológico iremos diferenciando las distintas articulaciones que pueden verse afectadas, así como el tratamiento adecuado en cada una de ellas.
Articulación del tobillo:
Es poco frecuente, en ocasiones provoca una tumefacción difusa de todo el tobillo, con limitación de la movilidad, la cual se va haciendo cada vez más acusada pudiendo llegar a la imposibilidad de apoyar el pie o a la fijación, anquilosándose en posición viciosa. Debe recordarse que para un normal desarrollo de la marcha, la articulación del tobillo debe dorsiflexionar un mínimo de 10 grados, si esto no es posible el pie actuara como un pseudoequino, con las posteriores alteraciones asociadas como excesiva pronación compensatoria, hiperextensión de la musculatura posterior por genu recurbatum y su repercusión a nivel de la columna lumbar.
Tratamiento:
El tratamiento ortopodológico es complicado a este nivel puesto que es difícil actuar sobre esta articulación .En fases iniciales está indicado un soporte plantar encapsulando el retropié para mantener las estructuras en su posición idónea. En este caso el material indicado sería semi rígido, puesto que el objetivo es el de estabilizar el pie y con un material excesivamente blando no se conseguiría.
En fases tardías con anquilosis y limitación de movimiento está indicado el uso de ortesis para pie y tobillo ó AFO (ankle foot ortosis) para ferulizar la articulación, disminuyendo la demanda de movimiento.
Articulación subastragalina:
Esta es de las que con mayor frecuencia resulta lesionada, pudiéndose alterar su equilibrio al deformarse en varo o valgo. Debido a la importancia funcional de esta articulación al existir una limitación del movimiento, el paciente puede referir cierta imposibilidad de andar sobre terrenos irregulares ó deprisa.
Tratamiento:
Soporte plantar rígido o semirígido que limite las demandas de movimiento articular.
Debe tenerse en cuenta que en estadios avanzados, cuando el retropié se encuentre estructurado en varo o valgo, el tratamiento ortopodológico debe respetar esta posición, ya que intentar neutralizarla podría suponer un incremento del dolor.
Las enfermedades reumáticas también pueden ocasionar talalgias plantares que deben ser tratadas como una talalgia convencional.
Articulación mediotarsiana:
La más afectada suele ser el art. astrágalo-escafoidea y luego la cuneo-escafoidea, observándose un predominio de lesiones en las articulaciones del arco medial que en algunos casos puede llegar a la fusión ósea.
La bóveda plantar puede deformarse en cavo o en plano. Lo primero ocurre mientras el enfermo se halla encamado deformándose los pies en equino y cavo. Inversamente el pie plano puede aparecer después del brote agudo cuando el pie empieza a levantarse, ya que al apoyar el pie en el suelo, debido a la atrofia muscular y distensión articular tiende a aplanarse.
De todos modos es mucho más frecuente encontrar un aplanamiento de la bóveda plantar en diferentes grados, y hay que buscar la etiología en una pronación excesiva no compensada, de larga evolución y asociada a la enfermedad reumática.
Tratamiento:
En principio está indicado un soporte plantar semirigido o rígido, cuyo objetivo será mantener la estructura de la bóveda plantar cuando se realiza la carga. Puede estar también indicado el uso de soportes termo formados confeccionados con materiales de distintas consistencias para conseguir, por un lado un efecto amortiguador con materiales blandos y por otro mantener la estructura del pie con materiales semirígidos o rígidos.
Antepié:
En conjunto el tipo de deformidad vendrá determinada por los siguientes factores
1 - Formula digital y metatarsal congénita.
2- Acción de la contractura y atrofia muscular.
3- Distensión de la cápsula articular.
4- Acción del calzado.
Podemos encontrar tres tipos de deformidades de antepié:
A) Antepié triangular:
Caracterizado por HAV, juanete de sastre, luxaciones de dedos medios, trastornos tróficos plantares digitales y metatarsales, alteración de la marcha (plantígrada y apropulsiva, acortando el paso y la cadencia).
B) Antepié en ráfaga:
Caracterizado por la desviación en abducción de todos los dedos.
C) Antepié atípicos:
No presenta una forma definida.
Tratamiento:
Contención, descarga, amortiguación.
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