domingo, 17 de enero de 2010
EL DOLOR EN EL ROSTRO: callos y juanetes – Fuente Revista "Ahora", escrito por Magdalena Muryán
Nos levantamos con el pie derecho, ponemos un pie en la calle con la intención de cumplir al pie de la letra lo planeado, caminamos a pie firme, algunas veces hacemos cosas que no tienen ni pie ni cabeza, otras nos movemos con pie de plomo; mientras tanto, en algún lugar, un hombre enamorado besa los pies de su amada y le recita, rendido a sus pies, por eso es fundamental cuidarlos; ellos son la base de todo.
CALLOSIDADES
Los callos y juanetes provocan dolor y pérdida de la elegancia. Son una gran molestia que comprometen la calidad de vida de quienes conviven con ellos. “un callo es el engrosamiento de la piel en una zona expuesta constantemente a una presión anormal o zona de fricción” explica el Dr. en Kinesiología y fisiatría Norberto Furman. Las Mujeres, más que los hombres, pagan un precio caro por la elegancia y la belleza a causa de los zapatos de punta fina y altos.
ZONAS CRÍTICAS
Son diversos los lugares propensos a la formación de callosidades: la planta del antepié, en el metatarso, por detrás de los dedos. “La gente cree que el problema no está tanto en el pie cuando en realidad está en la columna” aclara el presidente del Instituto Furman de Traumatología, Deportología y Kinesiología. Y explica: “si una persona está derecha el peso del cuerpo cae en los talones, en tanto si está encorvada el centro de gravedad se adelanta y le cae en el antepié”. Furman describe por qué se forman: “cuando se encuentra vencido el arco anterior, en esa zona existe una capa de tejido graso que mantiene separada las cabezas de los metatarsianos del piso. Cuando por diversas razones esta capa de grasa se disuelve, la primera barrera de defensa es la piel, que reacciona en este lugar”. Aun si se corrigiera la postura es muy difícil que esa capa de tejido graso se regenere.
OTRAS REGIONES
También aparecen los dedos en martillo, aquellos en forma de garra, en los que entre el hueso y el cuero del zapato queda la piel aprisionada; la única forma de defensa de ésta es engrosarse para poner distancia entre los elementos que la comprimen. En estas callosidades son característicos los núcleos, difíciles de extraer y dolorosos a la presión. Hay callos en los dedos meñiques, talones, donde termina el tendón de Aquiles, en los pies planos o en los defectuosos por enfermedades anteriores.
JUANETES
“Es una deformación de la articulación del dedo gordo y la sufren sobre todo las mujeres. Es una desviación del dedo hacia afuera –explica el doctor Furman-. Primero comienza a inflamarse la bolsa serosa que tiene líquido lubricante y que está en la articulación del dedo. Luego esa bolsa se calcifica y forma un sobrehueso que va empujando el dedo gordo contra los demás dedos”. El especialista dice que son muy variados los orígenes de su formación, pero los más comunes son el estático, el congénito y el inflamatorio.
CAUSAS
El origen ESTATICO tiene una responsabilidad fundamental: El tipo de calzado, que por lo general es angosto y puntiagudo. También es importante el tamaño del dedo gordo pues, cuanto más largo sea, más predisposición al juanete existirá”, advierte el facultativo. Y explica el por qué: “Es que si el segundo es más largo que el gordo actúa de contención; si es mediano, actúa medianamente la contención; y si es más chico que el dedo gordo es probable que se tenga juanetes”. Los juanetes de origen CONGENITO son poco comunes y están asociados a algún sobrehueso inadecuado en el lugar en el que no debería estar. El de tipo INFLAMATORIO es el más común. El especialista, autor de libros y disertante en decenas de congresos, aclara: “No siempre tener la articulación roja, hinchada y dolorida es sinónimo de juanete; se puede estar ante una bursitis, o sea la inflamación de la bolsa serosa que tiene como función amortiguar, proteger y lubricar la articulación”.
UN SUPLICIO
Lo que se ve es una deformación de la articulación; el dolor varía de acuerdo con la lesión y es la consecuencia del roce del cuero del zapato contra la piel, lo que inflama la bolsa serosa que está por debajo. “En ese mismo lugar hay un nervio, llamado colateral interno; cuando la irritación llega a él se produce el dolor –especifica el doctor Furman- . También hay ocasiones en que la deformidad es tan importante que el dedo gordo se va inclinando de tal forma que este puede estar ‘metido’ debajo de los demás dedos, imposibilitando poder caminar normalmente”. El doctor confirma que cada paso es un sufrimiento, “un suplicio al que ningún mortal debe estar condenado “.
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