(NCYT) Está claro desde hace mucho tiempo que se necesita una mejor manera para medir el dolor, y no tener que depender tanto de las palabras u otras manifestaciones que emplee el paciente para describir lo que siente. Sin embargo, el carácter altamente subjetivo del dolor (en el sentido de que no se le puede pesar, ni medir como se haría con la temperatura o la longitud), ha convertido este objetivo en una meta difícil de alcanzar. Los avances en las técnicas de escaneo cerebral han revitalizado el debate sobre si sería posible medir el dolor fisiológico, y ahora se ha dado un paso importante hacia el desarrollo de una herramienta de diagnóstico que podría mitigar esa dependencia de la descripción hecha por el paciente, al medir la posible presencia de dolor.
La nueva herramienta se valdría de varios patrones de actividad cerebral para hacer una evaluación fisiológica objetiva de si alguien está sufriendo dolor o no. Esto sería de gran utilidad para, por ejemplo, supervisar el estado de pacientes con una incapacidad que les impida comunicarse, o para lograr un mejor modo de tratar el dolor crónico.
El equipo del Dr. Sean Mackey, experto en dolor de la Escuela de Medicina de la Universidad de Stanford, Estados Unidos, se sirvió de escaneos cerebrales mediante resonancia magnética funcional, combinados con algoritmos informáticos avanzados, para predecir con precisión el dolor térmico en el 81 por ciento de las veces en sujetos sanos. Conviene advertir, sin embargo, que se necesitan investigaciones adicionales para determinar si el sistema ensayado es capaz de lograr mayor precisión, si servirá para medir adecuadamente otros tipos de dolor físico, si detectará el dolor permanente (sin disponer de la fácil referencia de un estado sin dolor en la persona, que se pueda comparar con su estado al momento siguiente cuando siente un pinchazo súbito e intenso), y si puede distinguir con la suficiente nitidez entre el dolor físico y otros estados emocionales lacerantes, como la ansiedad o la depresión.
Mucha gente en el mundo padece de dolor físico crónico. Sólo en Estados Unidos, se estima que hay más de 100 millones de personas que sufren dolor crónico en algún momento del año. Las cifras también son elevadas en otras naciones. Y lo que es peor, están bastante extendidos los prejuicios contra los afectados de dolor crónico, a quienes bastante gente ve como quejicas que van al médico por dolores insignificantes por los que la mayoría no iría. O incluso peor; hay quien ve a los afectados de dolor crónico como sospechosos de estar fingiendo sentir dolor para así disfrutar de bajas médicas a modo de vacaciones pagadas, o para cobrar pensiones de incapacidad sin merecerlo. Todo esto, incluyendo el miedo a sufrir problemas legales, puede dificultar la búsqueda de la mejor vía de tratamiento médico para el paciente.
Disponer de un aparato clínico capaz de medir el dolor y avalar así las quejas del paciente, despejaría toda duda y ya no se le podría considerar sospechoso de fingir que sufre dolor o de exagerar el que siente.
http://www.solociencia.com/medicina/11102509.htm |
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